Y tengo suerte de no haber perdido un diente, refugiado en aguardiente
nunca sé cuando parar, pierdo la vida en una vuelta de ruleta, pierdo la bocha por hacer una de más, y me hundo en el primer surco profundo perdiendo de nuevo el rumbo del caballero que fui, y ella perdió los dientes que yo no perdí.
Pero una noche, de esas que creí perdidas, jugando a las escondidas con el amor me encontré, y así fue que me robaron algo valioso, estoy agonizando y le quiero pedir por Dios que usted busque por mí a la mujer que me robó de una mirada mi sensible corazón, no puedo ir yo porque perdí su dirección.
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